La ciudad de Trujillo es una pequeña localidad de apenas 10.000 habitantes situada en el corazón de Extremadura. A pesar de este reducido tamaño sorprende la enorme concentración de edificios históricos que atesora, muchos de ellos relacionados con personajes ilustres de la Historia Universal. Tanto, que un paseo por Trujillo es como un paseo por el Siglo de Oro.
En su monumental casco histórico destaca la Plaza Mayor, rodeada de antiguas edificaciones y palacetes. Su planta es irregular, estructurada en diferentes planos unidos entre sí por escalones, con los tejados y las torres del casco antiguo en subida por un lado de la plaza. Se aprecia, destacada, la Torre del Alfiler, un antiguo torreón palaciego (de ahí el espléndido escudo que la adorna) que hoy es el Museo de Historia de Trujillo. Como las otras torres de la ciudad, tiene varios nidos de cigüeña.
Efectivamente, todo en esta plaza recuerda al siglo XVI, aquel siglo de glorias imperiales. En primer lugar, en el lado norte, sobre un alto pedestal, se yergue la estatua ecuestre de Francisco Pizarro, conquistador del Imperio Inca. La imponente estatua, erigida en 1929, tiene una copia exacta en Lima, la capital peruana, que el conquistador extremeño fundó, en la cual murió y está enterrado. La estatua presenta al retratado en actitud majestuosa vestido con armadura y blandiendo una espada.
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Sabido es que Extremadura es tierra de conquistadores y protagonistas de gestas de siglos pasados, pero hay que notar que Trujillo se lleva la palma entre sus ciudades. Además del citado Pizarro, también nacieron en esta ciudad Francisco de Orellana, explorador del Orinoco, y Diego García de Paredes, el Sansón de Extremadura. Éste último de ser gringo ya tendría más películas que Rambo. Y es que, efectivamente, si las aventuras del soldado que no siente las piernas resultan increíbles, con el militar español se comprueba que la realidad supera a la ficción, pues numerosos historiadores de la época relatan hazañas extraordinarias que le dieron fama en toda Europa. Baste decir un dato: se batió en duelo más de 300 veces saliendo en todas ellas victorioso. Aconsejamos fervientemente leer sobre su vida y conocerlo, pues en la acomplejada España del siglo XXI es todo un desconocido. Unas placas en el zócalo de la iglesia de San Martín, detrás de la estatua, homenajean a estos tres héroes.
Precisamente, en una plaza que nos recuerda poderosamente al Siglo de Oro español, no podía faltar una iglesia en un lugar de privilegio. La iglesia de San Martín está en el ángulo nordeste junto a la estatua de Francisco Pizarro. Construida entre los siglos XIV y XVI, se sitúa entre el Gótico y el Renacimiento, es de volúmenes macizos y rotundos y tiene dos curiosas y desiguales torrecillas. La mejor imagen del interior la obtenemos subiendo al coro.
Volviendo a la plaza, toda ella está rodeada por palacios construidos por los indianos, los aventureros que se embarcaron al Nuevo Mundo y volvieron con fortuna. En ese siglo, el XVI, edificaron sus casas palaciegas alrededor de esta plaza que hasta entonces no había sido tal, sino un arrabal de artesanos, y de este modo acabó convirtiéndose en el centro neurálgico de la pequeña ciudad. Esos palacios se engalanan con grandes escudos nobiliarios, frontones y delicados balcones, que dan el toque de fantasía a una arquitectura que, ante todo, rezuma equilibrio renacentista y la austeridad monumental propia de aquella España imperial.
En la esquina sudoeste de la plaza se encuentra el Palacio del Marqués de la Conquista, construido por Hernando Pizarro, hermano del famoso conquistador. En él destaca el impresionante balcón de esquina (en realidad un añadido plateresco del siglo XVII), decorado con los bustos de ambos hermanos acompañados de sus respectivas esposas. Justo al lado, el Ayuntamiento Viejo (actual Palacio de Justicia), que presenta arquerías en la fachada.
Otro edificio noble destacado se encuentra en la esquina nordeste, al lado de la iglesia. Es el Palacio de los Duques de San Carlos (actualmente por desgracia es un convento de clausura), que también tiene un estupendo balcón de esquina. El resto de edificios que rodean la plaza, sin ser palacios, son elegantes y armoniosos, y en su mayoría dotados de soportales. En esos edificios abundan los restaurantes donde se puede reponer fuerzas degustando alguna especialidad gastronómica extremeña, generosa en calorías y de sabores rotundos.
Subamos ahora hacia la parte medieval de Trujillo, por el extremo noroccidental de la plaza. Tras una empinada cuesta llegamos a una de las puertas de la muralla, que aún se conserva en parte y delimita el antiguo recinto defensivo. De ese recinto podemos ver varias puertas y el castillo, en lo alto del cerro. Abramos bien los ojos, en cualquier rincón encontraremos detalles deliciosos, como esta graciosa dovela con tres caritas.
De los torreones que la flanquean, uno es en realidad el campanario de la contigua iglesia de Santiago. Esta iglesia es muy pequeña y pasa desapercibida, pero es una de las más interesantes de la localidad. Es de traza románica (aunque su decoración interior ya no lo es), y su visita es recomendable por dos motivos: uno, por la vivienda del sacristán, que se ha acondicionado con objetos de época, y por el mirador de la torre. Ofrece una inmejorable vista cenital de la Plaza Mayor.
Desde la plazuela de Santiago ya vemos las dos torres desiguales de la iglesia de Santa María la Mayor, la más importante de Trujillo. Este templo, empezado en estilo románico (como delatan una de las torres y varios capiteles de tosca hechura), es fundamentalmente gótica con añadidos renacentistas. En otras palabras, el mestizaje estilístico habitual en España.
En el amplio interior destaca el retablo de tablas góticas y algunos sepulcros, entre los cuales el más importante, por más que discreto, es el primero de la nave lateral derecha. Allí yace el gran Diego García de Paredes, ya referido antes. También encontramos dos estupendos confesionarios.
El campanario de esta iglesia es el más alto mirador de la ciudad y ofrece espectaculares vistas sobre todo el casco urbano, incluyendo la mejor del castillo. Desde aquí se identifican los numerosos palacios trujillanos, amén de iglesias, torreones, corralas…
Callejeando por la parte alta de la ciudad descubrimos rincones de gran encanto en los que no abandonamos la sensación de estar en la España del Siglo de Oro. Así, pasamos al lado del Palacio de los Chaves, hoy un elegante hotel que destaca por su impresionante balcón de esquina. Para dar una idea de la cantidad y la belleza de este tipo de balcones en Trujillo, baste decir que el ayuntamiento organiza una visita guiada en torno a ellos.
Y a cada esquina, entre callejones que denotan el paso de los siglos, nos topamos con otras casas nobles, como el Palacio de Juan Orellana Pizarro, el primer corregidor de Cuzco, en la cual en una ocasión se hospedó Miguel de Cervantes.
En Trujillo también es posible ver la casa natal de los hermanos Pizarro o la de Francisco de Orellana, entre otros muchos que no caben en este pequeño resumen. Pero también son de gran interés otros lugares de menor nobleza, como la alberca árabe.
Pero eso no es todo; cuando nos aprestamos a descender bordeando la muralla, entre sus almenas vislumbramos la imponente estampa del convento de San Francisco, sito en la parte baja de la ciudad, cerca de la Plaza Mayor. Su iglesia alberga el panteón de los Orellana.
La monumental ciudad de Trujillo tiene mucho más; atesora gran cantidad de iglesias y conventos, así como palacios nobles medievales y renacentistas. Este paseo por su parte antigua no es sino un somero resumen, unas pinceladas de lo que puede depararnos esta rica localidad extremeña. Un paseo que será un asombroso viaje al Siglo de Oro.
TEXTO Y FOTOS © LAGARTO ROJO
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Para más información:
http://www.turismotrujillo.com/
Hermoso lugar con las buenísimas fotos! Gracias por toda la información, me quedar con unas ganas enormes de visitar este lugar en nuestra próxima ocasión! Muchas gracias otra vez que tengas los posts más interesantes, te los espero ansiosa y mucha suerte con el blog, me gusta!
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Me alegra que te haya gustado. Muchas gracias por tu comentario, eres bienvenida cuando quieras.
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