Nos lanzamos de nuevo a conocer una ciudad en un día, por lo menos lo imprescindible de ella. Y no es tarea fácil, ya que se trata de una ciudad muy rica en Historia, monumentos y tradiciones. Efectivamente, hablamos de Valencia, una de las grandes infravaloradas de España. Pero aquí estamos para poner un granito de arena en la encomiable labor de dar a cada uno lo que le corresponde. Y es que la capital del Levante español tiene mucho, pero mucho que ofrecer.
Por lo tanto, lo mejor será empezar temprano, ya que los lugares que vamos a recorrer se encuentran agrupados en dos áreas de la ciudad algo distantes entre sí. Valencia es una ciudad grande (800.000 habitantes, lo que la coloca como la tercera de España), pero el transporte público nos servirá para movernos con comodidad.
Empezaremos nuestro recorrido por el casco antiguo, allí donde nació Valencia hace más de dos mil años. Nos encontramos ahora en una zona de la ciudad rica en edificios modernistas que se entremezclan con otros edificios burgueses decimonónicos. Una buena muestra de ello es la plaza del Ayuntamiento, toda ella rodeada de imponentes fachadas. Entre ellas destaca la de Correos y Telégrafos, obra del gran arquitecto Miguel Ángel Navarro.
Un buen lugar para entrar en contacto con la actividad febril de esta gran urbe es el Mercado Central, otra preciosa obra modernista de la que vale la pena apreciar los elementos ornamentales presentes tanto en el exterior como en el interior.
Justo al lado hay una bonita iglesia barroca de elegante fachada, la de los Santos Juanes, y enfrente la célebre Lonja de la Seda.
Las lonjas de mercaderes fueron muy habituales en la edad de oro de Corona de Aragón. La de Valencia es llamada de la Seda por la importancia que tuvo en la ciudad el comercio de este tejido. Es una obra capital del gótico civil en España, y así lo reconoció la Unesco en 1996 al declararla Patrimonio de la Humanidad. Vale la pena visitarla y observar los deliciosos detalles decorativos de todo tipo, la Sala de Contratación con sus graciosas columnas, el Consulado del Mar con su artesonado o el Patio de los Naranjos. Sin duda este magnífico edificio merecería, por sí solo, un artículo entero.
De la Lonja vamos callejeando en dirección a la Plaza Redonda, cuyo nombre no requiere más explicación. Este curioso espacio, que alberga puestos de venta de recuerdos y artesanía, está cerrado en todo su perímetro por casas. De allí nos dirigimos a una pequeña plaza, la de Lope de Vega, donde podremos asombrarnos con este inmueble, con sus 105 centímetros el más estrecho de España y de Europa.
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Enfrente ya asoma la sobria fachada de la iglesia de Santa Catalina. Rodeémosla y entremos para ver una muy antigua iglesia gótica de formas muy puras. Sin embargo, lo que más llama la atención de este templo es su curiosa torre hexagonal.
Delante de esta torre encontramos algunas de las más afamadas horchaterías de Valencia. No podemos continuar sin sentarnos a degustar este típico refresco valenciano con vistas a la preciosa torre. En una de ellas, por cierto, encontramos este bonito panel de azulejos que representa la toma de la ciudad por el rey de Aragón, Jaime I el Conquistador. Sus caballeros portan las famosas Barras de Aragón, que encontramos por doquier adornando los edificios más antiguos de la ciudad. Una derivación del Señal Real de Aragón es la bandera valenciana, llamada por ello la Señera.
Tras la refrescante horchata, y ya que hablamos de azulejos, a sólo cinco minutos de allí, encontraremos el impresionante palacio del Marqués de Dos Aguas, cuyas exuberantes fachadas rebosan de esculturas barrocas realizadas en alabastro. Hoy es la sede del Museo Nacional de Cerámica.
De aquí volvemos hacia la plaza de la Reina, donde ya asoma al fondo la fachada de la catedral flanqueada por su campanario, llamado popularmente el Miguelete. Esta torre octogonal está claramente inacabada, por lo que en su cima hay una terraza panorámica desde la que podemos gozar de excelentes vistas sobre toda la ciudad, como ya vimos en otro artículo.
A pesar de su preciosa fachada barroca, la catedral de Valencia es un edificio gótico típicamente levantino de tres naves con girola y capillas laterales. Destaca el delicado retablo mayor de tablas pintadas, así como los frescos que decoran las bóvedas del presbiterio, recientemente descubiertas. Entre las capillas cabe mencionar las dos primeras del lado derecho: una de ellas contiene dos cuadros de Francisco de Goya y la otra atesora el llamado Santo Cáliz. Su valor, incalculable, no reside en su atribución a la última cena de Cristo, ya que obviamente dicha cena mitológica nunca tuvo lugar, sino a su antiquísimo origen y al hecho de que perteneció a los reyes de Aragón.
Si rodeamos la catedral llegamos a otra plaza, la de la Virgen. Allí podemos echar un vistazo a la pequeña pero coqueta basílica de los Desamparados, una curiosa iglesia barroca de planta oval.
A un lado de la plaza, justo enfrente de la basílica, asoma un palacio renacentista. Se trata del Palacio de la Generalidad, es decir, el gobierno de la región de Valencia.
Callejeando por las estrechas rúas que hay detrás de la Generalidad llegamos a las llamadas Torres de Serranos. A pesar de su nombre, se trata de una gran puerta de la muralla medieval de factura gótica. Los dos grandes torreones que flanquean la puerta fueron usados en el pasado como prisión.
En este punto ya hemos llegado al cauce del río Turia. Lo extraño es que no vemos el río por ningún lado. Y es que este río, antiguamente muy peligroso por sus periódicas riadas e inundaciones, fue desviado del centro urbano, y su antiguo cauce hoy es un parque lineal de varios quilómetros que llega hasta la misma desembocadura (el mar se encuentra a unos cinco quilómetros del casco antiguo).
Siguiendo el Parque del Turia llegaremos al Museo Fallero. Ubicado en un antiguo monasterio, este museo es una visita obligada para conocer de cerca las Fallas, las fiestas mayores de Valencia. Sin duda son un espectáculo sin parangón en todo el mundo, y cada vez más conocidas allende nuestras fronteras. El museo expone los ninots (palabra que en valenciano, la lengua local junto con el español, significa muñeco) que cada año son salvados del fuego por su excepcional calidad (como el de 2014, mostrado a continuación, que representaba a Miguel de Cervantes). También se pueden ver los carteles anunciadores de las Fallas de los últimos cien años. A pesar de la evidente falta de espacio y la muy deficiente iluminación, esta visita sigue siendo interesantísima.
Justo al lado del Museo fallero está la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Este complejo de equipamientos culturales está ubicado dentro del citado parque y está compuesto por varios edificios de apariencia ciertamente impactante. El diseño de este gran complejo es debido al afamado arquitecto valenciano Santiago Calatrava. Aunque muy polémicos por su coste exageradamente alto, no cabe duda de que el resultado es espectacular.
Estos edificios son el Palacio de las Artes Reina Sofía (dedicado a las artes escénicas), el Hemisférico (edificio con forma de ojo que alberga un cine semiesférico), el Ombráculo (un paseo ajardinado cuyos arcos en el futuro deberán estar cubiertos de plantas hasta formar una gran galería en sombra, de donde procede su nombre), el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe (con una forma que recuerda a un gran esqueleto, es un museo educativo e interactivo) y el Ágora (utilizado para grandes acontecimientos musicales y deportivos).
La segunda parte de este gran complejo la ocupa el Oceanográfico, diseñado por Félix Candela. Con 110.000 metros cuadrados y 42 millones de litros de agua, es el acuario marino más grande de Europa y uno de los mayores del mundo. Se compone de varios edificios y espacios en los que se recrean hábitats marinos que van desde los trópicos hasta los polos.
En él podemos ver, por citar sólo unos ejemplos, medusas, tiburones, mantas, belugas, focas, pingüinos, delfines, cangrejos, y una enorme variedad de moluscos, peces y aves acuáticas, hasta llegar a un total de 45.000 ejemplares de 500 especies.
Para terminar, algunos consejos:
- La visita del Oceanográfico ya supone por sí sola tres horas, por lo que en el resto de la Ciudad de las Artes y las Ciencias nos limitaremos a pasear y admirar los edificios y los jardines que los rodean.
- El Oceanográfico amplía o reduce su horario a lo largo del año, en función de las horas de luz de que se dispone. Así, en junio y septiembre cierra a las 20.00, y en julio y agosto a las 24.00. Será en estos meses cuando podremos realizar el itinerario propuesto. Si es en otra época del año deberemos suprimir algo.
- Este recorrido es exhaustivo pero puede ser extenuante. Para reponer fuerzas aprovecharemos la rica cocina valenciana: probaremos (¡claro!) la paella, creación levantina por excelencia, y algún pescado. Para ello un buen lugar puede ser el pintoresco Cabañal, el barrio de los pescadores, que está próximo a la playa.
Para más información:
http://www.turisvalencia.es/
http://www.cac.es/
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Como bien dices Javier, conocer Valencia en un día es un decir. Es una de las ciudades con más rincones por descubrir que conozco de España. Y los hay para todos los gustos. Además, qué ambientazo nocturno 🙂 🙂
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Es obvio que sólo se trata de dar solución a quien aparezca por Valencia y disponga de un solo día. En otras palabras, intento destacar lo esencial de la ciudad, lo que no se puede uno perder. Sí, está claro que es una de las grandes infravaloradas de España. La otra es Zaragoza, no te quepa duda. También tenemos alguna muy sobrevalorada y que hace sombra sobre el resto, pero eso mejor no meneallo…
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Pues la verdad, quería felicitarte por haber podido condensar todos los lugares que propones para conseguir hacer una visita tan completa. Y por ciudades poco conocidas en España,podríamos nombrar unas cuantas (muchas) que casi nunca salen en la prensa o en algún informativo.
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Gracias, Antonio. Bueno, ésa es mi especialidad, ya que por mi trabajo muchas veces me tengo que contentar con un solo día para conocer una ciudad, o hasta menos (recuerdo que en Panamá sólo tuve cinco horas).
Cuando hablo de las grandes infravaloradas, me refiero a Valencia y Zaragoza sobre todo por ser dos de las mayores ciudades de España (actualmente la tercera y la cuarta), lo que debería garantizarles renombre internacional. Cierto es que hay otras pequeñas ciudades que son impresionantes y merecerían más atención (a bote pronto se me ocurren Teruel, Cuenca y Cáceres, por ejemplo), pero el caso de las dos grandes me parece más notorio, ya que deberían tener auténtico peso en todos los aspectos.
En fin, la cosa es mucho más profunda que el simple tema del turismo… España son tres regiones y un agujero negro, y no sólo no se hace nada para remediarlo, sino que ese problema se ahonda cada día más. Y sobre esto podríamos hablar largo y tendido…
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La verdad es que Valencia, a pesar de haber sufrido también la plaga del desarrollismo, está llena de rincones impresionantes. Tiene un enorme patrimonio, artístico, cultural y natural. El Ayuntamiento, la Lonja, el Palacio de la Generalitat ( que conservan a diferencia de nosotros) , la estación de trenes del Nord, el Mercado Central, el Mercado de Colón, la Ciudad de las artes y las ciencias, su art decó, su Cabanyal, su Museo de Bellas artes con una excelente pinacoteca ( segunda mayor de España), su Palacio del Marqués de Dos Aguas, su paseo marítimo, su Catedral, su Universidad del siglo XVI ( que nosotros derribamos vilmente) , el jardín de Monforte, el Palacio de Congresos de Norman Foster, Torres de Serranos, Palau de la Musica, el Parque Natural de la Albufera,Edificio del Reloj, Edificio de Correos,Monasterio de San Miguel de los Reyes,el Gulliver,L’Almudí, la Casa de los Dragones, Puente del Mar,Iglesia de los Santos Juanes,Convento de Santo Domingo y su claustro gótico, Torres de Quart, Baños árabes del Almirante, Puerto de Catarroja, Palacio Arzobispal….Tremendo. Quisiera prestar especial atención, a la Ciudad de las Artes y las Ciencias, por ser una obra contemporánea digna de admiración. A Santiago Calatrava, tan denostado por sus tejemanejes políticos, sus sobrecostes y los problemas funcionales de sus edificios, y siendo alguien que no me resulta nada simpático, por decirlo suavemente, hay que reconocerle honestamente su maestría en este caso. La ciudad diseñada como un todo, a diferencia del recinto de la Expo 2008 que es la suma de un montón de arquitectos, de un estilo futurista muy logrado con ecos gaudianos, no está exenta de riqueza en sus elementos estructurales( sustentados y sustentadores) y ornamentales, viseras, arcos, cúpulas, miradores acristalados, celosías, porches, trencadís.La transición entre los principales hitos del complejo, es perfecta, un ídilico lago que cubre la mayor parte de la superficie, conjuntos escultóricos, elementos naturales de gran belleza como rocas, grutas, jardínes, que provocan un acertado contraste entre lo primitivo y lo futurista. Entendiendo el entorno de un edificio como parte de este. No existe el monumento ideal exento de un entorno, y así lo reconoce el Tribunal Supremo en distintas sentencias. La composición es armoniosa, está dotada de signíficado simbólico en su conjunto, y no es para nada monótona, Tiene ritmo, se apoya en la simetría y repetición de elementos para darle musicalidad, combina líneas curvas con pronunciadas aristas y cromaticamente predomina el blanco nuclear que contrasta con algunas pinceladas de azul verdoso, azul marino, que nos remite a bellos pueblos costeros. Sinceramente una OBRA MAESTRA, que no tardará en ser reconocida como Patrimonio de la Humanidad. No me cabe duda. Unos 2000 millones de euros costó la Expo 2008 de Zaragoza, contando las infraestructuras. Con ese dinero se podrían haber hecho dos Ciudades de las Artes y las Ciencias ( con sobrecostes y chanchullos incluídos) que recibe más de 3 millones de visitantes al año. O 20 museos Guggenheim que reciben un millón de visitantes anuales. ¿ Cuántos visitantes recibe la Expo al año ? La risa en comparación. Hace poco tuve que ir a los juzgados y no había más que un par de personas haciendo fotos. Hoy todos los pabellones están abandonados, apenas el traslado de los juzgados ha revitalizado la zona. El Pabellón puente, la torre del agua,… todos muertos de asco. A la fealdad de algunos edificios, como esos horribles pabellones internacionales de materiales baratos de construcción, se une un asfalto de cemento desolador. Se podía haber llevado el Caixaforum allí para hacer sinergías, ya que atrae mucha gente con sus buenas exposiciones, pero no se le debió ocurrir a ninguno de nuestros lumbreras representantes, o es que había otras razones menos confesables. A saber.
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Ante todo, lamento el retraso en responder al comentario, pero mi trabajo en verano me absorbe prácticamente las 24 horas. Gracias por el extensísimo comentario, como siempre lleno de interés.
Primero, dos puntualizaciones: por un lado, el Palacio de la Diputación del Reino de Aragón (entiendo que te refieres a él) no se perdió en Zaragoza por desidia o abandono, sino por los brutales bombardeos perpetrados por la “Grande Armée” por orden del tirano Napoleón, que lo dejaron arrasado por completo; por otro lado, la pinacoteca valenciana es, según mis datos, la quinta en importancia de España, tras el Museo del Prado y el Museo Thyssen, ambos de Madrid, y los museos de bellas artes de Sevilla y Bilbao. Pero en fin, nada de esto resta un ápice de valor al rico patrimonio valenciano.
Coincido contigo en que la Ciudad de las Artes y las Ciencias es un conjunto muy armonioso, arquitectura de alto nivel, aunque no por eso dejen de ser criticables ciertos aspectos como los que también mencionas. En cuanto al recinto de la Expo Zaragoza 2008, creo que ha tenido la enorme mala suerte de coincidir con la llegada inesperada de la mayor crisis económica de nuestra Historia contemporánea, que ha truncado un proyecto que estaba bastante bien planteado. Aun así, el recinto tiene un gran potencial y espero que algún día se pueda revitalizar, como no lo hizo la inepta corporación anterior ni lo espero de los patanes que desgobiernan a ciudad actualmente.
Un saludo y gracias de nuevo.
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Gracias por tu respuesta. Efectivamente me refiero al Palacio de la Diputación del Reino, del cual se sigue conservando gran parte de la fachada, aunque enfoscada, y algunos elementos ornamentales . La única de las tres instituciones civiles homólogas que no se conserva de la Corona de Aragón. Aunque sufrió durante los Sitios un grave incendio, después de investigar sobre el tema y hablar con algunos expertos, me enteré de que en realidad, al igual que sucedió con el impresionante claustro mayor de Santa Engracia, el palacio sobrevivió en gran parte, incluído su magnífico Salón Dorado. Palacio en el que según consta en la documentación obrante se tuvo un celo enorme en su conservación durante siglos, requiriendo constantes partidas para su mantenimiento. Quizás los Sitios y el asesino de masas Napoleón ( con sorprendente buena fama) pusieron el fermento para su desaparición, pero esta no fue necesaria sino contingente. La desidia, la ignoracia y el desprecio encontraron el terreno abonado para ello. Pero se pudo haber conservado en gran parte, haber sido restaurado y haber llegado a nuestros día perfectamente como llegaron las de Valencia y Barcelona. Para mi sería un edificio a recuperar, tenemos la ubicación, la fachada, sólo falta recuperar la volumetría con su tejado impresionante con decoración similar a las cúpulas del pilar ( con tejas de lágrima) y volver a llenar el interior ( este sí perdido irremisiblemente) con obras de arte ( por ejemplo, el Patio de la Infanta encontraría un acomodo a su altura) Sobre la Expo, no sé, redundando en lo dicho, el edificio de los juzgados es muy feo, luego el resto me resultan muy monótonos en la composición con pocos contrapuntos y contrastes, son la repetición de uno o dos elementos en serie y el entorno en el que se han inscrito no me parece muy logrado, una transición con lagos y vegetación ayudaría, y un mobiliario urbano más bonito y elaborado tampoco vendría mal. Pero repito que con lo que ha costado la Expo se podrían haber hecho maravillas que atraen turistas en masa, y que en cambio esto apenas tiene tirón. Un abrazo.
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