En nuestras ciudades y pueblos existe un lugar frecuentemente olvidado y poco valorado, pero lleno de interés. Hablamos del cementerio, ese remanso de tranquilidad (y cómo podría ser de otro modo, si no hay otra cosa que huesos y cenizas…) en el que, entre cipreses, podemos admirar bellas muestras de arte funerario y otras imágenes muy fotogénicas. Un buen ejemplo de ello es el cementerio de Torrero de Zaragoza, el cual hemos recorrido en una apacible mañana armados, cómo no, con nuestra cámara.
El cementerio de la capital aragonesa se inauguró en 1834, cumpliendo la normativa que, por motivos de higiene, desde 1813 prohibía las inhumaciones dentro del casco urbano de las ciudades. El emplazamiento elegido fue el monte de Torrero, un lugar una legua al sur de la ciudad más elevado y por lo tanto más ventilado, lo que era ideal para este fin. Aún hoy, a pesar de haber sido sus muros alcanzados por el desarrollo urbano, se encuentra en los confines de la ciudad y está rodeado por tres de sus lados por los Pinares de Venecia.



Su trazado responde a la tipología de cementerio-ciudad, característica de las ciudades latinas. Se estructura en calles, llamadas andadores, y manzanas ocupadas por panteones, tumbas y nichos, según la antigüedad de cada zona. Su configuración actual es el resultado de sucesivas ampliaciones realizadas a lo largo de los años, después de las cuales alcanza las 53 hectáreas y las 147.000 tumbas. No olvidemos que desde su inauguración la población de Zaragoza se ha multiplicado por 14.



Las tapias del cementerio, su entrada principal y sus capillas adyacentes son obra del gran arquitecto Ricardo Magdalena y se inscriben en el estilo neomudéjar, de gran tradición en tierras aragonesas, como por otro lado es fácil imaginar. La parte del recinto realmente interesante es la antigua, situada al norte. El Ayuntamiento ha preparado unas rutas que nos guían por las tumbas más destacadas por su valor artístico y por aquellas donde podemos encontrar a personajes ilustres. Están bien señalizadas y dotadas de paneles explicativos, y es fácil seguirlas gracias a los folletos que podemos recoger en las oficinas situadas en la entrada principal.


Nada más entrar, nos encontramos en la zona más antigua y al mismo tiempo la más monumental, en la que predominan las grandes tumbas y los panteones, plagados de estatuas y elementos decorativos cargados de simbología. Buen ejemplo de ello son los andadores centrales, los principales ejes norte-sur y este-oeste, así como el más cercano a la tapia de la entrada principal.



En ellos encontramos obras maestras de la escultura clasicista y modernista así como templetes de inspiración clásica, mudéjar, románica y hasta egipcia; todas ellas obras cargadas de gran patetismo. El símbolo más repetido es la cruz, obviamente, pero abundan también los relativos a la muerte, la oscuridad, lo tenebroso, lo terrorífico… en definitiva conceptos muy ligados a la religión cristiana. Algunos de ellos incitan a la ternura, otros a la carcajada.



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______________________________________________________________________ Entre los personajes mitológicos más repetidos encontramos a ángeles tanto masculinos como femeninos (los cristianos aún no han decidido el sexo de sus ángeles…) pero no hemos de olvidar uno que es omnipresente en Aragón: la virgen del Pilar. Por último, encontraremos retratos y otros muchos detalles curiosos y extravagantes.



El cementerio alberga obras de algunos de los mejores artistas de finales del siglo XIX y principios del XX, como los escultores Dionisio Lasuén, Enrique Clarasó, Carlos Palao, Ponciano Ponzano y José Bueno, o los arquitectos Félix Navarro, Miguel Ángel Navarro, Fernando de Yarza y Ricardo Magdalena.



Entre las personalidades aquí enterradas se encuentran el tenor Miguel Fleta, la pianista Pilar Bayona, los arquitectos José de Yarza y Ricardo Magdalena, el pintor Mariano Barbasán, los políticos Joaquín Costa, Juan Bruil y Basilio Paraíso, el historiador del Arte José Camón Aznar, los héroes de los Sitios de Zaragoza Miguel Salamero y Agustín Alcaide, los periodistas Mariano de Cavia y Alberto Casañal, el jotero José Oto, así como juristas, toreros, catedráticos, empresarios, escritores…



Fuera del recinto antiguo, en la ampliación de finales del siglo XX, hay dos monumentos relacionados con la Guerra Civil. Por un lado, el Monumento a los Caídos, levantado por la dictadura del general Franco en 1941 y que estuvo en la Plaza de las Catedrales hasta 1990 (donde hoy está la Fuente de la Hispanidad). Es un buen ejemplo de la mastodóntica y pretenciosa arquitectura de su tiempo. Por otro lado, el Memorial a las Víctimas de la Violencia Franquista, colocado en 2009 para honrar a los 3.453 fusilados en Zaragoza entre 1936 y 1946. Bienintencionado pero fallido, es un buen ejemplo de la horrorosa arquitectura de nuestro tiempo.



El cementerio de Torrero, como ocurre con los cementerios en general, no incita al terror ni a la inquietud, más allá de lo que proclame la mediocre literatura anglosajona que nos invade. En su interior sólo hay cruces, estatuas, cipreses, huesos y cenizas, mientras que la materia orgánica de los cadáveres ha sido reintegrada a la Naturaleza en forma de excremento gusanil. Como el lector ha podido comprobar, pasear por este recinto en una soleada mañana no es otra cosa que un agradable y tranquilo ejercicio.
TEXTO Y FOTOS © LAGARTO ROJO
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Para más información:
http://www.zaragoza.es/turismo/
Súper interesante paseo virtual por este cementerio..cargado de arte. Gracias! Lo disfruté =)
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Encantado de llevarte.
Gracias a ti por el comentario.
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Saludos…
dos soy artista funeraria de Colombia, me interesa mucho la temática, bello lugar, espero estar en contacto, dirijo un proyecto en Bogotá Colombia interesante Arte entre Mausoleos espero poder charlas algun a vez con ustedes gracias…
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Qué preciosidad!! No conozco este cementerio, pero la próxima vez que esté en Zaragoza, lo visitaré sin duda. Hasta ahora mi favorito es el de Comillas en Cantabria, que está en un precipicio sobre el mar y tiene un ángel enorme a punto de volar 🙂
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Me alegra que te guste, ciertamente es un gran desconocido. El de Comillas no lo conozco, pero me lo apunto.
Un saludo.
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Saludos soy artista funeraria, investigo en varios cementerios de Iberoamerica, dirijo un proyecto en Bogotá Colombia, Arte entre mausoleos puedes verlos en youtube…Me encantará estar en contacto…gracias.
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Qué casualidad, en el momento de recibir este comentario estoy de vacaciones en Colombia. En este momento estoy en Cartagena, pero dentro de unos días estaré en Bogotá. Para cualquier comunicación puedes usar el correo electrónico fjavdom@gmail.com. Quizá podamos vernos y charlar. Un saludo y gracias por tu interés.
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Muchas gracias. Muy interesante.
A ver si tengo ocasion y lo visito, que me he quedado con ganas.
Solo un pequeña cosa: Las tibias y la calavera (supongo que lo sabes y has hecho chiste), por no confundir al personal, creo que suelen significar lo pasajero, lo fugaz, de la vida y de cualquier empresa acometida por el ser humano.
Saludos
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Hola Luis Miguel. Espero retocar el artículo próximamente, porque es antiguo y las fotos dejan mucho que desear. En cuanto al «símbolo pirata», obviamente es en tono jocoso. Hay que quitarle seriedad a un lugar tan aparentemente lúgubre como es un cementerio.
Gracias por el comentario y un saludo.
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Buen trabajo lagarto rojo pero te voy a aclarar una cosa que quizás desconozcas el hombre de barba del panteón ese resulta ser Moisés arrancando las páginas del libro de la vida. Te lo comento por qué aparte que soy de Zaragoza hice un trabajo sobre ésa escultura un saludo cordial
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Muchas gracias por el dato. Anotado queda.
Un saludo.
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