Desde 2010, la villa de Tapijulapa es la única localidad tabasqueña que ha sido declarada Pueblo Mágico. Fue la 35ª que recibió esta distinción en todo Méjico (si bien la cifra fue aumentada hasta 83 en 2012), reconociendo de este modo el buen estado de conservación de su patrimonio histórico y cultural, así como la pervivencia de las tradiciones locales. Este programa mejicano ha sido muy exitoso y otros países americanos han manifestado interés en desarrollarlo.
Enclavada en la Sierra Tabasqueña, en el sur del estado, Tapijulapa pertenece al municipio de Tacotalpa. Está bien comunicada por carretera con Villahermosa, la capital de Tabasco, y con el vecino estado de Chiapas. Su estampa surge como de otra época entre la frondosa selva tropical y está bañada por los ríos Amatán y Oxolotán. Además de merecer una visita por sí misma, también es un buen punto de partida para recorrer la región; a pocos minutos en lancha, a través del río, se puede llegar a Villa Luz, una antigua hacienda a la que ya dedicamos un artículo donde el visitante puede disfrutar de varios deportes de aventura en una exuberante naturaleza.
Tapijulapa es probablemente de origen precolombino, aunque hoy día es evidente su legado novohispano y su arquitectura recuerda poderosamente a la de la España meridional. Hasta los años 80 la localidad permaneció en estado de abandono, pero afortunadamente en esos años se comenzó su rehabilitación. Se restauró su casco urbano, se mejoraron las comunicaciones por carretera y se recuperó Villa Luz.
La arquitectura de origen español queda patente en la plaza principal, en cuyo centro encontramos un quiosco para pequeños conciertos o celebraciones. Alrededor y en la calle principal las casas tienen fachadas encaladas y tejados rojizos a dos o cuatro aguas. En esa misma plaza y sus aledaños abundan los puestos de artesanía, sobre todo de objetos y muebles de mimbre realizados con bejuco.
En la parte alta del pueblo está la iglesia de Santiago, desde donde se pueden tomar las mejores imágenes del caserío sobresaliendo entre el verdor de la sierra. Aquí encontramos la esencia del Méjico rural, con las gallináceas paseando entre las casitas unifamiliares. El ambiente es de absoluta tranquilidad y uno tiene la sensación de que el tiempo pasa más lento.
Tapijulapa está bañada por el río Oxolotán, el cual está atravesado por un puente viario, otro colgante y una tirolina (o tirolesa, como se le llama en Méjico). Nuestro paseo termina atravesando el río por el pintoresco puente colgante. Toda una experiencia por su estrechez y su balanceo, aunque las sujeciones de acero de que consta hacen que sea completamente seguro.
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