Beirut no es una ciudad artística y llena de monumentos impresionantes al nivel de otras capitales. Es otra cosa: una ciudad que hay que vivir de día y de noche, donde hay que observar los detalles y ver más allá de la superficie, donde hay que intentar conocer a sus habitantes (lo cual es sorprendentemente fácil gracias a su carácter extremadamente abierto) para entender a esta sociedad compleja y contradictoria. Enriquecida por los muchos imperios que la poseyeron, en los años 60 era punto de atracción de visitantes pudientes de todo el mundo, pero la guerra civil la asoló y todavía hoy podemos ver las huellas de la destrucción por doquier.
Amarillo: distrito Centro
Rojo: Jamrá
Verde: Yemaise
Azul: Achrafiye
Línea azul: el paseo marítimo de la Corniche


La ciudad estuvo dividida durante décadas entre las milicias cristianas y las musulmanas por la línea verde que recorría la calle de Damasco (rue de Damas). La línea partía de la plaza de los Mártires, en realidad una explanada sin reconstruir que es usada para grandes manifestaciones, donde hay que visitar la mezquita de Mojamed Al-Amín. Moderna pero grandiosa con sus cúpulas multicolores, tiene aspecto de ser una hermana pequeña de la Mezquita Azul de Estambul. En ella está enterrado Rafic Jariri.



El distrito centro fue escenario de combates durante la guerra civil que lo dejaron arrasado. Hoy día toda la zona ha sido reconstruida, si bien se pueden ver edificios acribillados aquí y allá, en contraste con los modernos y deslumbrantes edificios de oficinas, sedes gubernamentales y comercios caros. Toda la zona tiene un aire sobrio y muchos libaneses admiten que resulta fría y carece de personalidad. Sin embargo, vale la pena recorrerla para apreciar el renacer del país tras la barbarie, además de que conserva algunas iglesias y mezquitas de gran interés. El corazón de esta zona es la plaza de la Estrella (place de l’Étoile), en realidad una rotonda con un reloj de la que parten calles llenas de restaurantes y cafés en todas direcciones. Uno de los edificios que se asoman a ella es el del Parlamento Libanés.


En este distrito es destacable sobre todo la mezquita de Al-Omari, en origen una iglesia construida por los cruzados en el siglo XII y convertida en mezquita por los mamelucos. En el interior se aprecia perfectamente esta adaptación. Muy cerca están la catedral de San Jorge, cristiana maronita, y la catedral ortodoxa griega. Ambas son relativamente modernas, la primera neoclásica y la segunda neobizantina, y ambas de escaso interés artístico, aunque nos sirven para añadir elementos a nuestra visión de las diferentes facciones en que está dividido el país. Justo al lado, las ruinas del cardo romano nos recuerdan la antigüedad de esta ciudad.


Al oeste del centro se extiende el barrio de Jamrá, de mayoría musulmana, en el cual predominan el comercio y los estudiantes. En esta zona lo más interesante es el paseo marítimo, la Corniche. Uno de los pasatiempos preferidos de los beirutíes es el paseo a lo largo del mar, sobre todo al atardecer o los fines de semana. Van familias enteras con sus mejores galas, parejas o grupos de amigos y no es infrecuente que se lleven sus propias sillas de plástico para sentarse a disfrutar del panorama o charlar entre sí. Es un lugar magnífico para observar una muestra de la sociedad beirutí.


La Corniche se extiende por gran parte del litoral de la ciudad y está sembrada de cafés donde es obligado sentarse a tomar algo disfrutando de las vistas y donde también se puede probar la experiencia de fumar una pipa de agua (narguilé). Este paseo marítimo se prolonga hasta las Rocas de las Palomas, que con su forma de grandes arcos sobresaliendo del mar son toda una atracción turística. Es posible descender por un sendero hasta la base de los blancos acantilados, aunque el camino es algo accidentado.


Al este de la plaza de los Mártires se extienden los barrios mayoritariamente cristianos de Achrafiye y Yemaise (Gemmayzeh). El primero está lleno de hermosos edificios señoriales junto a otros acribillados y es un tranquilo y arbolado barrio con galerías de arte y tiendas durante el día, pero también el principal centro de diversión nocturna, sobre todo a lo largo de la calle Monot. En ella se concentran los mejores bares de copas de Beirut, una ciudad cuya vida nocturna no tiene nada que envidiar a las españolas. Al lado, Yemaise es un barrio más auténtico (sufrió menos los bombardeos), con muchos edificios antiguos y más bohemio. Su vida nocturna (concentrada principalmente en la calle Gouraud) está muy de moda y es un digno rival de Achrafiye.


Al sur de la ciudad se encuentra una visita de obligado cumplimiento, el Museo Nacional de Beirut. No es muy grande (sólo consta de dos plantas) y el aficionado a la Arqueología disfrutará con magníficas piezas durante dos horas. La entrada es gratuita y es conveniente empezar viendo un emocionante documental (en francés o árabe) que muestra cómo el personal del museo puso a salvo los valiosísimos objetos durante la guerra civil. La colección es impresionante: estatuillas, mosaicos, sarcófagos y objetos arqueológicos de la Prehistoria y la Antigüedad. De entre todos ellos descuellan el Mosaico de los Siete Sabios, procedente de Baalbec, y cuatro grandiosos sarcófagos romanos.


Beirut es el centro indiscutible de la vida libanesa, y será nuestro punto de partida para conocer el resto del país. Con diferentes medios de transporte podremos desplazarnos en excursiones de ida y vuelta en un solo día, sin necesidad de buscar alojamiento ni cargar con equipaje. Eso es lo que haremos en los siguientes artículos de nuestra aventura libanesa.
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Para más información:
http://www.lebanon-tourism.gov.lb/fr/ (en francés)
http://www.le-liban.com/dir/liban_tourisme_et_info/ (en francés)
http://www.voyage-liban.com/tourisme/sites-et-villes/beyrouth.html (en francés)
Excelente articulo! Líbano es uno de los países que me encantaría conocer! Saludos.
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Muchísimas gracias.
Pues sigue atenta, que tengo en el horno otros artículos sobre el Líbano…
Saludos.
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Y deberías publicar sobre la comida libanesa, sin dudas una de las mejores comidas del mundo! Gracias a ti por compartir.
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Ésa es una buena idea. Quién sabe si en el futuro…
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Excelentes imágenes.
Disculpa, ¿tuviste que pedir permisos especiales para entrar a la mezquita de Hariri y para las fotografías en la zona céntrica?
Mil gracias.
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No tuve ningún problema para fotografiar ni en las mezquitas ni en las calles. Lo único que no permitían era captar los controles militares que rodean la plaza de la Estrella, pero aun así lo hice disimuladamente. Bien es cierto que han pasado cuatro años, y quizá ahora la situación podría haber cambiado.
Gracias a ti y un saludo.
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